jueves, 19 de marzo de 2015

"Sonidos tormentosos en el final del viaje" por Sina de la Fiol









*Continuación de “Paisajes coloridos dentro de un viaje gris” publicado en Cetáceo Negro


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- Esto no está pasando – la voz de la chica estaba llena de asombro al igual que su rostro. Las máquinas a su alrededor pitaban de manera inusual.


 –Debemos irnos, ya no hay nada que hacer – Traté de sonar lo más calmado posible en vista y considerando que íbamos en una nave mecánica y que justamente el mecanismo estaba a punto de estallar – Déjalo ya bonita, es hora de dejar los papeles secundarios y lanzarnos a la aventura – sus ojos se fijaron en los míos, al menos tenía su atención, una de las uniones de las cañerías explotó y la sala se comenzó a llenar de humo – Soy el inventor, el que crea los objetos de las expediciones y tu eres la maquinista, quien lleva a buen puerto a los aventureros pero ya no podemos seguir siendo solo eso, yo me decidí a no sólo ser el inventor, porque también quiero ser el héroe que nos saque de…-no pude terminar la frase, otra cañería estalló, y luego otra, el lugar completo estaba colapsando

 –No puedo ver nada con el humo –Su vocecita suave a penas se sentía entre el chirriante metal forcejeando por seguir en el lugar que debía

- Mis antiparras- como olvidarlas, las estrené con ella, en ese mismo lugar- Úsalas, tú conoces mejor este lugar, sácanos de aquí- Mi mano le tendió las gafas

–Pensé que querías ser el héroe –me dijo, el brillo carmesí me indicó donde mirar- Pues ahora soy la damisela en peligro, y hay mucho peligro así que mejor encuentra el camino pronto- Su mano tomó mi muñeca y comenzamos a avanzar entre medio del desgarrador sonido del metal. Era como aquella noche, el mismo escenario y una persecución, pero ahora éramos nosotros quienes debíamos huir si no queríamos ser la presa del  Halcón, las ironías del lenguaje…devorados en el “corazón” del zeppelin. Giramos, saltamos metal y cuando llegamos a la superficie vimos el desolador panorama.

No quedaban planeadores de emergencia, el lugar estaba vacío, ya no se escuchaba la bulla de la tripulación. Me asomé a estribor y pude comprobar cómo cuatro pares de alas se alejaban de la bola de fuego en la que se estaba transformando la nave- Es el fin – Su rostro, su carita preciosa estaba desesperanzada, pero no me iba a rendir, era un inventor, el mejor inventor de Viña del Mar y por ello me habían reclutado en esta misión. Miré a mi alrededor y comencé a tomar las varillas de una de las cajas de explosivos

–Límpialas bien, si les queda pólvora no servirán de nada.

Las tomó y en cuanto me alejé a buscar el desgarrado género del globo comenzamos a caer más deprisa, obvio, ya no teníamos el soporte de aire y el fuego estaba consumiendo el lugar de prisa. Los palos llegaron brillantes a mis manos, saqué algo de alambre de mi bolsillo y con la habilidad característica de mi profesión, cree un nuevo prototipo de planeador. La acerqué a la proa y me coloqué el artefacto en los hombros, quedaron como dos grotescas alas para un pájaro demasiado grande una pequeña base siempre dejando el espacio suficiente para el gran final

–Moriremos, eso no nos ayudará – cuando terminé de amarrarme el que esperaba no fuera el último invento de mi vida la tome de la cintura y salté –Confía en mí, soy un inventor. –Caímos rápido para alejarme de la gran mole de fuego, cuando estuvimos a una distancia prudente accioné el cordelillo de mi solapa y comenzaron a soplar aire caliente hacia las alas, la velocidad de la caída se redujo lo suficiente como para poder tomar el aire y poder planear. –Creé esto para los días de frío, tiran aire tibio para calentar la mente, siempre se me enfría la nariz en mi despacho- Su mirada estaba perdida en nuestro destino- Querida, creo que está por comenzar nuestra aventura, no puedo dirigir esta cosa, pero al menos caeremos en lo que parece un bosque- Sus ojos temerosos llegaron a los míos y le besé la frente en un inútil intento de tranquilizarla. Redujimos velocidad lo suficiente como para no morir en la caída, pero no tanto como para no salir heridos del choque. Los árboles se acercan, el sonido de las ramas quebrándose y un grito ahogado son lo último que escuché antes de perder el conocimiento.

Continuará…



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