… ¿Qué pasó?... Mi cabeza… ¿qué fue lo que pasó?...No
siento los brazos. ¿¡Por qué no siento los brazos!?
—¿Los
sentías antes? —no sé de quién era la voz… pero su pregunta me despertó.
Claro,
antes tampoco los sentía. No desde que los perdí.
—Uh…
—creo que intenté decir algo.
—Anda,
puedes hablar.
—Uh…
—Deberías
poder hacerlo mejor que antes.
—Mis…
—Ya
he reemplazado todas las piezas necesarias para que lo hagas.
¿Qué
acaba de decir?
—Pie…
¿piezas?
—Sí,
piezas. No te preocupes, las he revisado y probado.
¿De
qué me habla este hombre? Antes no sentía los brazos… ni las piernas, pero
podía moverme. Sé que podía moverme… ¿Por qué ahora no puedo moverme?
—Por…
por qué… ¿por qué no puedo moverme?
—Fuiste
trasplantado.
—¿De
nuevo? —se rió de mi pregunta.
—Podría
decirse. No de la misma forma.
Escuché
sus pasos… pero no puedo verlo. Sé que se fue… ¿dónde estoy?
—Dónde…
No
siento la boca, ni la cara. Nada. ¿Qué pasa?
—¿Quieres
dejar de preguntarte tantas cosas? Das dolor de cabeza —¿quién me habló? No es
el mismo hombre de antes—. Sí, no soy el mismo, ¿puedes dejar de pensar tanto?
Intento dormir.
—¿Sabes
donde estoy?
—No,
ninguno de nosotros lo sabe. Déjanos dormir.
—¿Hay
más?
—Sí,
somos varios, pero no sabemos dónde estamos, ni quién es el que nos habla, ni
por qué no podemos movernos, ni por qué no sentimos nada, lo siento. Ahora,
¿puedes quedarte en silencio? Intentamos dormir.
—…
Dormir
parece una buena idea.
—Bueno,
todo está listo —era el hombre de antes. El que dijo que fui trasplantado.
—¿Qué
está listo?
—Todo.
Ya no necesitaré más de ninguno de ustedes.
—¿¡Qué!? —dijimos muchos al unísono, el que me callaba incluso.
—Escucharon
bien. Las piezas para que lo hagan están ahí, probadas y bien instaladas —tantas
voces hablan que no escucho la mía. Ni siquiera sé si también estoy hablando—.
¡Silencio!
—...
—Mucho
mejor. Ya que tienen tantas dudas… les explicaré. El tiempo me sobra, y es lo
menos que puedo hacer por ustedes. Recuerdan sus piezas de repuesto, estoy
seguro. Brazos, piernas, ojos, todos tenían alguna. Pero no recuerdan quién se
las dio, de eso también estoy seguro. Me esforcé para que no se fijaran en mí
cuando se las entregué. Díganme, ¿alguno me recordó?
Se
puede hablar de nuevo.
—No
—Era la única respuesta, entre tantas cosas que se dijeron.
—Exacto.
Pues debía probar esas piezas. Ustedes las necesitaban, yo las entregué.
Ustedes las probaron, yo las tomé de vuelta.
—¿Qué
pasó con nosotros? —comienza a haber silencio…
—Todos
fueron trasplantados. De nuevo, pero no de la misma forma. Sus cuerpos… ya no
soportaron más. Tuve la amabilidad de conservar el resto.
—¿Conservar?
—Sí.
Conservar. Ahora están… guardados, por así decirlo, en un nuevo experimento. No
se preocupen, según resultaron las piezas que les di, este nuevo invento
resultará perfecto.
—¿Dónde
estamos?
—En
una pieza de tecnología muy avanzada. Podría explicarles más, pero no
entenderían. Digamos que es un disco duro. Con… otras cosas. ¿Han intentado
moverse?
—Sí.
—Y
no han podido. Bueno, pronto podrán. Pero, bueno, tendrá un precio.
—¿Precio?
—Cuando
llegue el momento, ya no importará.
Creo
que ya no importa…
—Creo
que tienes razón —dijo el que antes me callaba—, ya no importa.
—Que
bien que piensen así —dijo el hombre de los experimentos—. Será lo mejor cuando
deba borrar los archivos del disco, si entienden a qué me refiero.