jueves, 30 de abril de 2015

"Todos nuestros anhelos son de un diseño perfecto", por Mauricio Ráiz



Había llegado el día y Mari no había alcanzado a juntar el dinero. La universidad nunca tenía consideraciones especiales con gente como ella, si la transacción no era realizada se quedaría sin los conocimientos que tanto le había costado obtener. Volvió a leer en la pantalla de su tableta el aviso redactado con una letra escarlata sobre fondo negro: BASE DE DATOS 334 A PUNTO DE CADUCAR, dos días para actualización/actualizar ahora/medio de pago...Se quedó unos instantes pensativa, con la vista perdida en alguna de las sombras de su habitación y luego, en mitad de un suspiro, desconectó el delgado cable de atrás de su oreja. La pantalla se apagó y quedó a oscuras.
***

domingo, 26 de abril de 2015

Trasplante, por Daniel L. Ruíz.








… ¿Qué pasó?... Mi cabeza… ¿qué fue lo que pasó?...No siento los brazos. ¿¡Por qué no siento los brazos!?

—¿Los sentías antes? —no sé de quién era la voz… pero su pregunta me despertó.

Claro, antes tampoco los sentía. No desde que los perdí.

—Uh… —creo que intenté decir algo.

—Anda, puedes hablar.

—Uh…

—Deberías poder hacerlo mejor que antes.

—Mis…

—Ya he reemplazado todas las piezas necesarias para que lo hagas.

¿Qué acaba de decir?

—Pie… ¿piezas?

—Sí, piezas. No te preocupes, las he revisado y probado.

¿De qué me habla este hombre? Antes no sentía los brazos… ni las piernas, pero podía moverme. Sé que podía moverme… ¿Por qué ahora no puedo moverme?

—Por… por qué… ¿por qué no puedo moverme?

—Fuiste trasplantado.

—¿De nuevo? —se rió de mi pregunta.

—Podría decirse. No de la misma forma.

Escuché sus pasos… pero no puedo verlo. Sé que se fue… ¿dónde estoy?

—Dónde…

No siento la boca, ni la cara. Nada. ¿Qué pasa?

—¿Quieres dejar de preguntarte tantas cosas? Das dolor de cabeza —¿quién me habló? No es el mismo hombre de antes—. Sí, no soy el mismo, ¿puedes dejar de pensar tanto? Intento dormir.

—¿Sabes donde estoy?

—No, ninguno de nosotros lo sabe. Déjanos dormir.

—¿Hay más?

—Sí, somos varios, pero no sabemos dónde estamos, ni quién es el que nos habla, ni por qué no podemos movernos, ni por qué no sentimos nada, lo siento. Ahora, ¿puedes quedarte en silencio? Intentamos dormir.

—…

Dormir parece una buena idea.

—Bueno, todo está listo —era el hombre de antes. El que dijo que fui trasplantado.

—¿Qué está listo?

—Todo. Ya no necesitaré más de ninguno de ustedes.

—¿¡Qué!? —dijimos muchos al unísono, el que me callaba incluso.

—Escucharon bien. Las piezas para que lo hagan están ahí, probadas y bien instaladas —tantas voces hablan que no escucho la mía. Ni siquiera sé si también estoy hablando—. ¡Silencio!

—...

—Mucho mejor. Ya que tienen tantas dudas… les explicaré. El tiempo me sobra, y es lo menos que puedo hacer por ustedes. Recuerdan sus piezas de repuesto, estoy seguro. Brazos, piernas, ojos, todos tenían alguna. Pero no recuerdan quién se las dio, de eso también estoy seguro. Me esforcé para que no se fijaran en mí cuando se las entregué. Díganme, ¿alguno me recordó?

Se puede hablar de nuevo.

—No —Era la única respuesta, entre tantas cosas que se dijeron.

—Exacto. Pues debía probar esas piezas. Ustedes las necesitaban, yo las entregué. Ustedes las probaron, yo las tomé de vuelta.

—¿Qué pasó con nosotros? —comienza a haber silencio…

—Todos fueron trasplantados. De nuevo, pero no de la misma forma. Sus cuerpos… ya no soportaron más. Tuve la amabilidad de conservar el resto.

—¿Conservar?

—Sí. Conservar. Ahora están… guardados, por así decirlo, en un nuevo experimento. No se preocupen, según resultaron las piezas que les di, este nuevo invento resultará perfecto.

—¿Dónde estamos?

—En una pieza de tecnología muy avanzada. Podría explicarles más, pero no entenderían. Digamos que es un disco duro. Con… otras cosas. ¿Han intentado moverse?

—Sí.

—Y no han podido. Bueno, pronto podrán. Pero, bueno, tendrá un precio.

—¿Precio?

—Cuando llegue el momento, ya no importará.

Creo que ya no importa…

—Creo que tienes razón —dijo el que antes me callaba—, ya no importa.

—Que bien que piensen así —dijo el hombre de los experimentos—. Será lo mejor cuando deba borrar los archivos del disco, si entienden a  qué me refiero.



domingo, 19 de abril de 2015

"Interrupto", por Bryan Vidal Fuentes









Interrupto
(Fragmento de "Valkirias Eléctricas")



                                 ...Tenía solo nueve os cuando vi uno por primera vez.  
                                           Nunca olvidaré esa sensación de tocar acero-niedenio por   
                                primera vez y  sentir como este reacciona a la piel, al calor a la sangre…
  


  Domos Kaitaku de colonización lunar, 12 de Mayo de 2230. 

 La pequeña Ling Xie siempre había vivido con su abuelo y su hermana, los estragos de la ‘Guerra del Fin le privaron una vida con sus padres, que murieron defendiendo lo que se conoce ahora como Las tumbas verdes’, un conjunto de domos de colonización de unos cien años de antiedad, anteriores incluso, a la masiva conquista del sistema solar impulsada en sus inicios por la SUJAR, y que actualmente es llevada a cabo por la FESS.


martes, 14 de abril de 2015

La fantasía de nuestras expectativas.





-
-.Sebastián Ruíz




Desde hace semanas he estado buscando el momento exacto en que comencé a desconfiar de las editoriales, el momento preciso en que me dije que si llegaba a publicar un libro, sería de forma independiente y bajo mis reglas.  Luego de mucho pensarlo, creo que fue a los diecisiete cuando la semilla de la desconfianza se plantó en mi interior, sin percatarme, ingenuamente, de la forma en que avanzaban sus ramificaciones silenciosas. Cierro los ojos, y puedo recordar con gusto que hablo de una época donde las hojas corrían delante de mis ojos y las palabras se deslizaban como agua entre mis dedos; escribía y leía como si literalmente "No hubiese un mañana". Planas llenas de experimentación, sin filtro, sin prejuicios; quería saber, aprender, descartar y escribir. Con el mismo ritmo desenfrenado, entre contacto y contacto, llegué a una editorial. Era un adolescente y soñaba con el ideal romántico que había instalado en mi cabeza y del que creí  era parte el mundo literario: Poco dinero, mucho esfuerzo, historias de vida deprimentes, eternos, gloriosos, malditos; tenía como dije: diecisiete años. Aunque no estaba tan alejado con eso de "Poco dinero y mucho esfuerzo". Sin embargo, en ese momento, toda mi experiencia editorial terminó bajo el lema de "Si tienes el dinero, te publicamos"; sin análisis, sin lecturas profundas, sin críticas... Dije, y no me arrepiento: "Gracias, pero no gracias". 

domingo, 12 de abril de 2015

"Cyber amor a la naturaleza" por Daniela Gonzáles










Ilustración fue hecha en memoria de Lucia Gonzáles, ambientalista de corazón, fallecida producto de un cáncer cerebral. Su legado aún perdura en los parques que visitamos a las afueras de Laguna Verde.   

jueves, 9 de abril de 2015

Tempus transmutationis, por Sina de la Fiol







El  Hospital Deformes ya autorizó el procedimiento” esa frase nos hacía temblar a todos, los gimoteos pronto se llenaban del silencio que minutos antes había inundado las celdas. No había mucho que decir, encerrados por nuestras conductas violentas, las conversaciones no se hacían muy espontaneas. Estábamos en un silencio pseudo acogedor, no de esos incómodos, sino de esos consensuados, de esos en los que las palabras simplemente sobran. Pero cada vez que esa frase se repetía uno de nosotros desaparecía. Abrieron mi celda, y a pesar de retroceder lo que más pude y apegarme a la pared, hasta casi fundirme con ella, me tomaron y encerraron en un contenedor levitatorio. Soy un macho, considerados por algunos como el alfa, y estaba aterrado. En cuatro patas, agazapado con el estómago pegado al suelo mientras era transportado al hospital. El viaje fue corto, de un par de cuadras. Cuando bajaron mi contenedor del vehículo nuevamente la sensación de vacío en el estómago…odio el vaivén que provoca la levitación poco constante que generaba mi carcelero. Llegamos a una habitación de paredes extremadamente blancas, abrieron la puerta para prepararme para cualquiera que sea el procedimiento médico que me iban a hacer y aproveche la oportunidad de correr, no sabía dónde estaba ni a donde ir, pero el peligro se sentía en todas partes. Los doctores de inmaculadas batas me redujeron en segundos, y pronto me tenían sobre una mesa de operaciones con una mascarilla de anestesia y un extraño aparato en mi cabeza, ajustado con un gel que escurría por mi cabello. No quería dormir. Miré para todas partes tratando de buscar ayuda. Una enfermera me vio  y dijo: “Tranquilo muchacho”…muchacho…muchacho…muchacho…las palabras resonaban en mi cabeza mientras descendía en el abismo de los sueños.
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